La Eneida es un poema épico latino escrito entre el 30 y el 19 a.C. por el poeta romano Virgilio. Se trata de una obra organizada en 12 libros, compuesta en hexámetros, de los que quedan unos 60 versos inacabados, que narra la legendaria fundación de Lavinio, la ciudad madre de Alba Longa y luego de Roma, por parte de Eneas, un refugiado de la guerra de Troya.
En Espectáculos BCN te ofrecemos un análisis y un resumen de La Eneida de Virgilio para que conozcas mejor este clásico de la literatura.
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ToggleResumen corto de La Eneida de Virgilio
¿Qué es La Eneida? Es una obra en la que, dramáticamente y por primera vez en el mundo romano, aparece el conflicto pleno entre la vida y el destino: es la investigación, siempre en presencia de la muerte, del sentido de nuestras acciones, y del sufrimiento que aflige al hombre.
Este poema, lleno de referencias al mundo homérico, pretende mirar la historia a través de los ojos de un perdedor. Eneas no se sacrifica inútilmente en Troya porque el Destino le ordena fundar un nuevo mundo. Es espontáneo pensar en los veteranos de las guerras más cercanas a nosotros, esos jóvenes que fueron nuestros abuelos y bisabuelos, que sobrevivieron (quizá por “el destino” y quién sabe con qué infamias inconfesables); esos antepasados que formaron una familia y pusieron la semilla de nuestro presente; igual que, en la leyenda, sin la abnegación de Eneas no habría habido un pueblo romano, habría bastado que uno de nuestros antepasados hubiera elegido otra cosa para que nosotros no estuviéramos aquí.
El poema, que consta de XII cantos o libros, puede dividirse en dos partes: la primera narra las andanzas de Eneas desde Troya hasta Cartago, donde conoció a Dido, y desde allí hasta las costas del Lacio; la segunda narra las guerras que Eneas y sus compañeros libraron con los pueblos indígenas, especialmente contra los rútulos, para establecer a los troyanos en Italia.
La Eneida se inspira en los dos grandes ejemplos de la Ilíada (parte II) y la Odisea (parte I).
Resumen de La Eneida: los juegos en Sicilia y el desembarco en Italia
Empezamos ya con este resumen de La Eneida para que conozcas mejor esta obra. Mientras los troyanos se dirigen a Italia, el mal tiempo les hace desviarse a Sicilia, donde aprovechan para celebrar los juegos en honor al padre de Anquises, fallecido tiempo atrás.
Las mujeres que les acompañan, cansadas de su largo viaje, intentan quemar las naves, pero un aguacero apaga el fuego, demostrando que los dioses quieren que se cumpla el destino de Eneas. Después de haber sido vigorizado por la visita de su padre en un sueño, Eneas parte de nuevo hacia Italia.
Tras llegar a territorio italiano, Eneas desciende a los infiernos, guiado por la sibila de Cumas, una famosa adivina, para reencontrarse con su padre. En esa ocasión, su padre le muestra la historia futura y le confirma el destino de la fundación de Lavinium. Comprendiendo plenamente la importancia de su misión, Eneas regresa del inframundo y ordena a los troyanos que remonten la costa hasta la región del Lacio.
La llegada de los troyanos es inicialmente pacífica. El rey latino, gobernante de ese territorio, les ofrece inmediatamente hospitalidad. Espera que Eneas resulte ser el forastero que, según una profecía, debía casarse con su hija Lavinia para fundar una nueva gran dinastía.
Pero la esposa de Latino, Amata, tiene otros planes. Quiere que Lavinia se case con Turno, un príncipe local. Amata y Turno cultivan así la enemistad hacia los troyanos recién llegados.
Mientras tanto, Ascanio, hijo de Eneas, caza un ciervo que era el animal favorito de los pastores locales: se produce una terrible pelea en la que mueren varias personas. Turno, aprovechando este episodio, inicia una feroz guerra contra Eneas.
Resumen de Eneas: el enfrentamiento final con Turno
Eneas, como sugiere el dios del río Tiberino, viaja hacia el norte por el río Tíber para buscar el apoyo militar de las tribus vecinas. Durante este viaje, su madre, la diosa Venus, desciende de los cielos para darle armas, forjadas directamente por el dios Vulcano.
Mientras Eneas está fuera, Turno ataca. Eneas regresa y encuentra a sus compatriotas envueltos en una feroz batalla. Durante estos despiadados enfrentamientos, Turno consigue matar a Palas, el hijo del aliado de Eneas, Evandro. A continuación, Eneas se lanza a una violenta carrera y mata a muchos otros enemigos en el transcurso del día.
Los dos bandos acuerdan una tregua para enterrar a los muertos y los líderes latinos se reúnen para decidir si continúan la guerra. Para evitar más carnicerías inútiles, proponen un duelo cuerpo a cuerpo entre los dos líderes, Eneas y Turno.
Eneas es herido en el muslo, pero en la batalla final consigue vencer a Turno. Al final de la historia, Eneas está a punto de perdonarle la vida a Turno, pero al recordar la muerte de Palas, decide acabar con él. El alma de Turno huye indignada hacia las sombras y Eneas, al casarse con Lavinia, funda la ciudad de Lavinio, cumpliendo el destino de los dioses.
Análisis de La Eneida de Virgilio
Ahora que ya conoces el resumen de La Eneida, vamos a conocer mejor a su autor, el poeta clásico Virgilio. Como es, y como siempre ha sido, las elecciones nos orientan hacia una historia que nos pide avanzar (¡sic!), obedeciendo al instinto, o al sueño, de fundar algo grande. Pero es una historia que siempre está a punto de no determinarse.
¿Quién nos muestra el camino? ¿Debemos dejarnos gobernar por el Destino, si es que existe un Destino? Pero entonces la libertad de elección se vería empañada…. Pues bien, esta es la historia de Eneas, la historia de un refugiado de la guerra, que quiso superar la fealdad de la violencia, pero fue violento, la fealdad de la muerte, él que mató y que bajó a visitar a la muerte en el Hades en persona; la historia de alguien que luchó por imponer su destino al de los demás, conscientemente insensible, para llegar a la raíz del nuevo pueblo que buscaba el camino en él.
El Eneas virgiliano, más que Aquiles y Odiseo, ya se asemeja a Hamlet, pues se ve obligado a luchar con un universo inquieto, en el que lo divino no se revela con claridad, en el que el pensamiento y la acción están desligados, y aparece el sentido de la vanidad.
El destino le obliga a actuar, incesantemente, una voluntad superior que sin embargo no es la suya, y la aceptación es dolorosa aunque sea en vista de un bien superior.
La piedad de Eneas
La piedad de Eneas en la guerra latina es sólo la devoción al Destino: de lo contrario genera la desgracia y todos los que mueren por su mano, incluida Dido, socavan su grandeza heroica y hacen que su piedad (pietas) sea esquiva.
Profecías, vaticinios y descensos a los infiernos
Además, La Eneida es una continua manifestación de visiones, sueños proféticos y vaticinios, que demuestran la incertidumbre del camino existencial, a caballo entre el presentimiento y la revelación, en el continuo deambular entre la luz y la sombra. El punto central de la fundación, y de la obra, es el Libro VI, el descenso al Averno.
Aquí Eneas es metafóricamente la semilla que desciende a la tierra, que muere (a sí mismo, es decir, a su propia voluntad) y se sacrifica, aceptando la prevaricación del Destino. De este modo, se refuerza el vínculo con los padres que ya habían descendido al Hades, y ya está creciendo la frágil semilla de lo que será su glorioso pueblo, que emergerá poderosamente en un futuro que no se le permite conocer.
Eneas volverá entonces a la vida a través de la Puerta de los Sueños, porque los sueños son la materia común de su destino.
La duda de publicar La Eneida
Virgilio vaciló, dudó en publicar: ¿temía que su Eneas estuviera en desacuerdo con las exigencias del Princeps? “Virgilio sentía que su obra estaba lejos de ser interna y sustancialmente madura: pero César Octavio, el Augusto, insistía impacientemente en que se decidiera a publicar.
Parece que se percibe una lucha entre el Princeps y el poeta. Para el Augusto se trataba de una cuestión de gobierno: había pedido a su poeta un altísimo instrumento de propaganda patriótica y moral, en armonía con la restauración de Roma que había emprendido: y lo quería pronto, lo quería a pesar de todo, esa Eneida que en su plan debía ser una glorificación triunfal de Roma en la historia y una consagración de su prestigio personal en Roma” (Calzecchi Onesti, cit., xi).
Un puente entre la literatura clásica y la medieval
El problema de La Eneida fue dejar sin resolver el problema del destino. Para terminar La Eneida, Virgilio quizá ya no necesitaba la literatura antigua, sino la que estaba por venir. Y nos gusta creer que es también por esta razón que Dante lo eligió como guía para vincular el clasicismo a la nueva literatura que él mismo estaba fundando.
Los modelos de referencia de La Eneida
El principal punto de referencia de Virgilio fue Homero. La historia del viaje de Eneas, narrada en los seis primeros libros, está claramente calcada de la Odisea, con muchos pasajes que imitan el texto griego y en algunos casos lo traducen directamente. Mientras que la descripción de la guerra, que caracteriza los seis últimos libros, abunda en episodios claramente calcados de la Ilíada.
Pero Virgilio también consiguió modelar la leyenda del nacimiento de Roma logrado por la voluntad de los dioses. El relato de la Eneida reinterpreta y repropone un antiguo mito indoeuropeo sobre el conflicto entre los dioses de la soberanía y los dioses de la fertilidad, que termina puntualmente con la unión de dos razas divinas.
En el desarrollo de este tema por parte de Virgilio, Eneas y sus aliados pueden verse como representantes de los dioses de la soberanía y la guerra, mientras que los latinos representarían a los dioses de la fertilidad.
El héroe Eneas
Eneas es el hombre al que el Destino le ha asignado una misión que lleva a cabo a costa de grandes sacrificios, aceptándola incluso cuando va en contra de sus sentimientos y deseos. No le mueve la pasión, como a los héroes de la Ilíada, ni el deseo de aventura y conocimiento, como a Odiseo, sino la pietas, es decir, el sentimiento de veneración a los dioses, el respeto al Destino, el sentido del deber hacia su patria, sus padres, sus parientes, sus amigos y hacia sí mismo.
En comparación con los héroes de las epopeyas griegas, Eneas tiene una medida humana, una vida interior dolorosa; su grandeza no reside tanto en sus hazañas como en la aceptación consciente de su destino y su compasión hacia sus semejantes.
Algunos estudiosos han reprochado a Eneas la falta de calidez de los afectos, el ser ajeno a las emociones humanas, pero en La Eneida la sensibilidad del héroe se manifiesta en cada desprendimiento, en cada pérdida.
En las últimas horas de Troya, está preso de una furia de desesperación; cuando abandona Cartago, siente tantas emociones que debe luchar por controlarlas; cuando su amigo Pallas muere, se ve abrumado por un furioso deseo de venganza.
Pero su fuerza de espíritu le permite superar todos los obstáculos y contrarrestar la violencia de las pasiones: el héroe sabe que los frutos de todo su dolor y trabajo se recogerán después de su breve existencia terrenal.
Contexto histórico de La Eneida de Virgilio
Cuando Octavio Augusto tomó el poder y se convirtió en Princeps, la primera figura imperial de Roma, ese poder tenía que estar justificado. Octavio sabía que era necesaria una promoción cultural basada no sólo en la estética literaria, sino en la estética de la vida: había que refundar Roma tras los estragos de las guerras civiles. La nueva vida tenía que ser, desde cualquier punto de vista, hermosa, un verdadero retorno a la mítica edad de oro: era la única forma de acabar con la violencia.
Tomando como referencia la imagen de Tolkien, Octavio Augusto escondía hábilmente el anillo del poder en una mano cerrada, sin ostentación, tras una mirada impenetrable y mansa. El imperio era una necesidad, por lo que impuso a su poeta legitimar a su vástago divino para ser celebrado como un hombre fatal: he aquí la gens Iulia, de Iulo, hijo de Eneas, hijo de Venus. Entonces llamó a la exaltación de la paz, la armonía, la amistad, la frugalidad en los placeres, la paz de la vida en el campo. Esto también comprometió a Horacio, Propercio y Ovidio.
El Círculo de Mecenas
Aparece la estética de saber vivir lejos de la furia con aurea mediocritas. Para Octavio significaba tener menos enemigos y obstáculos para su proyecto de restauración. Los romanos habrían optado por la conveniencia de no obstaculizar ese proceso: el yugo no debía aparecer impuesto.
Pero el poder es el poder: siempre es prevaricación, y la prevaricación es cíclica. Virgilio no descansó, tal vez previendo que la violencia volvería pronto, por culpa de ese Destino, que a sus ojos empezaba a parecerse a un mecanismo ciego e indescifrable. “El mal, la injusticia, el error y el dolor, sobre todo el dolor inocente permitido inexplicablemente por los dioses, que había sido siempre la angustia más profunda de su espíritu, exigían un porqué” (Calzecchi Onesti, cit., xiv).
Importancia de La Eneida en la historia de la literatura
La admiración por Virgilio, que comenzó con los escritores de su época, ha continuado y continúa hasta nuestros días.
San Agustín consideraba La Eneida su libro de cabecera. En la Edad Media, el poeta latino era considerado un mago, un profeta de Cristo. Fue admirado por Dante (que lo convirtió en su guía en su viaje alegórico por el infierno y el purgatorio) y por Petrarca.
Pocos autores han ejercido tanta influencia en nuestra cultura como él. La fortuna literaria de Virgilio no ha disminuido con el paso del tiempo; de hecho, su obra ha seguido y sigue influyendo en escritores y poetas de todo el mundo.
El poeta inglés Thomas Stearns Eliot, tras preguntarse en un célebre ensayo qué es un clásico, respondió sin dudarlo: <>.
El escritor argentino Jorge Luis Borges confesó: “Mis noches están llenas de Virgilio”.
Algunos estudiosos afirman que en La Eneida se escuchan dos “voces”: con una, la más explícita, Virgilio canta las alabanzas de Augusto, gobernante de todo el mundo tras la batalla de Actium en el 31 a.C.; con la otra, más sutil e insistente, el poeta nos cuenta lo que costó el imperio en términos humanos, en crueldad e intolerancia. Eneas, para poner a salvo a los Penates y fundar una nueva ciudad en el Lacio, abandonó cobardemente a Dido y mató a Turno que, ya derrotado, pedía clemencia.
Para Eneas, la vida es un deber doloroso, un camino que hay que seguir según la voluntad del Destino (la palabra Destino aparece en el poema 120 veces).
Un comentario
Excelente análisis, me ha servido mucho en mis estudios de Maestría, muchas gracias.