Historia del teatro en España

¿Quieres descubrir la historia del teatro en España? En Espectáculos BCN vamos a hacer un breve repaso a este género literario que cuenta con nombres tan célebres como Lope de Vega, Calderón de la Barca, Ramón del Valle Inclán o Federico García Lorca. Acompáñanos a un viaje cultural y literario para disfrutar de las obras más destacadas del país.

Origen del teatro

Los orígenes de la historia del teatro en España como en Europa se remontan a los cultos religiosos. Desde la antigua Grecia (Atenas en el s. Vl y V a.C) en las representaciones para las fiestas del dios Dionisio, hasta la celebración litúrgica central de la religión cristiana (en sí misma un ´drama´ de muerte y resurrección de Cristo). La historia del teatro, es la historia del hombre en su afán por representar los misterios, por entender el mundo.

El significado del término teatro proviene de la palabra griega theatrón “lugar o sitio para la contemplación”. Escenificar las pasiones desde una “catarsis” como proponían los griegos, ritos de agradecimiento de música, danza y cantos, o con uso didáctico en el medio evo, el teatro como el impulso propio del hombre sé ira transformando a lo largo de la historia, pues no hay normas que aten al teatro más que la misma fuerza del hombre en su búsqueda por lo inaprensible.

La historia del teatro en España puede ordenarse en algunas épocas clave: Desde su surgimiento en la Edad Medieval, pasando por la Edad de Oro con figuras como Lope Vega y Cervantes, la ilustración, el movimiento romántico, el siglo XX dictadura y democracia hasta nuestra época actual. Esta es la historia del teatro en España.

Historia del teatro Medieval en España

En los comienzos del teatro en España, los clérigos, en su afán por explicar los misterios de la fe a los fieles, crearán los primeros diálogos teatrales escenificando los pasajes más importantes de los evangelios.

Estas representaciones se llamaban autos sacramentales o misterios y tenían lugar dentro de las iglesias, junto con el coro. Así surgirá el teatro religioso, teatro medieval por excelencia.  Uno de los autos o misterios que ha llegado hasta nuestros días es el “Auto de los Reyes Magos” que solía representarse en las fiestas de la Epifanía (finales del s. Xll).

Paralelamente al teatro religioso (cuya finalidad era mantener la fe y preservar la moral) surge el teatro profano. Este teatro tuvo origen en los llamados juegos de escarnio, corrían a cargo de errantes juglares (mezcla de trovadores y cómicos) y sucedían en plazas, mercados, calles y cementerios. Iban de pueblo en pueblo, escenificando costumbres y caricaturizando vidas de prominentes personajes.

De los autos o misterios de carácter eminentemente religioso, se pasó a la farsa, señuelo de comedia y poco después, con ligeras innovaciones técnicas introducidas por el Renacimiento, se cultivaron la comedia, el entremés, la loa, el paso, el drama y la tragicomedia.

De los altares se pasó a los corrales (s.XVl), finalmente se construyeron teatros propiamente dichos, entre los primeros: el teatro de la Cruz y el del Príncipe (1583). En 1802 se restauró totalmente y se construyó el edificio actual El Teatro Español en Madrid (en la Plaza de Santa Ana).

Teatro del siglo XVI en España: el Siglo de Oro

En el siglo XVl se inicia un camino de modernización que culminará en la creación de un género: la comedia nueva del s. XVll. Es un momento de búsqueda y convivencia de varias tendencias: la dramaturgia religiosa (Gil Vicente) el clasismo y la tradición nacionalista (Juan de la Cueva) y los italianizantes (Juan de Encina, Bartolomé Torres Naharro).

La obra dramática más importante de este periodo es “La Celestina” de Fernando Rojas. Una comedia humanista (retrato de la época) hecha más para la lectura y reflexión que para la escena. En el siglo XVl España llega al apogeo de su poder con Carlos V y Felipe ll e inicia después su descenso.

El siglo XVll es el Siglo de Oro del teatro en España. Por circunstancias sociales y políticas, la representación pública se convierte en el eje de la moral y estética. Las apariencias son fundamentales, el mundo es un gran teatro. Proliferan los autores, las obras y las compañías. El teatro deja de ser un acontecimiento restringido para convertirse en un producto competitivo, sujeto a leyes de oferta y demanda. Dos autores de la época nos sirven para ilustrar el sentido y la evolución de este debate y del arte teatral: Cervantes y Lope de Vega.

Cervantes, gran novelista, escribía un teatro en el que el texto tenía gran relevancia y donde los personajes no eran simples estereotipos. No tuvo el éxito que creía merecer y esto se debió a que no respondía a los gustos del público. Por el contrario, Lope de Vega acertó con el gusto del público barroco cuya intención era acudir al teatro a entretenerse, con espectáculos completos que incluía música, baile y diversos efectos escénicos.

Las obras de Lope de Vega impusieron las características centrales de la comedia nueva: escritura en verso polimétrico, ruptura de las unidades de lugar tiempo, mezcla de elementos ocumos y trágicos, estructura de tres actos dividíos en cuadros.

Todas estas características tenían un único fin: mantener al espectador interesado hasta el final de la trama. La mayoría de las comedias trataban asuntos de honra, ya que esta y la fama pública, la apariencia al fin y al cabo, era una de las grandes preocupaciones del hombre barroco.

Otros reconocidos dramaturgos de la época fueron: Tirso de Molina, Juan Ruiz de Alarcón, Francisco Rojas de Zorrilla, Agustín Moreto y el gran autor Pedro Calderón de la Barca.

Historia del teatro: La Ilustración

El teatro del siglo XVIII, bajo el influjo de las ideas de la Ilustración, se creó un movimiento encabezado por Leandro Fernández de Moratín de reforma de los teatros de Madrid. El cometido principal era recomendar una serie de obras y prohibir otras bajo la premisa de fomentar exclusivamente ideas que amparasen la verdad y la virtud, apoyando las representaciones que supusieran una enseñanza moral o adoctrinamiento cultural.

En esta época, el Estado interviene por primea vez, directamente en la orientación teatral del país. Se censuran aquellos autores contemporáneos que insistían en la fórmula del siglo anterior, pese a la censura ejercida, los objetivos de la reforma tenían tintes que hoy llamaríamos progresistas.

Pero pese a los bienintencionados programas ilustrados que dignificaban al poeta y valoraban la figura del director, las que triunfaron en el siglo XVlll fueron las llamadas comedias de teatro y las comedias de magia. En ambas los recursos tramoyisticos: encantos, duendes, diablos, enanos que se convertían en gigantes eran a pesar de las criticas neoclásicas lo que el público respaldaba con entusiasmo.

El teatro del Romanticismo

El Romanticismo en España no pasa de ser un movimiento arrebatador. Sin duda, la guerra de la independencia y el posterior absolutismo de Fernando Vll retrasaron la aparición de un movimiento, que como es sabido, tenía tintes altamente revolucionarios.

Los románticos españoles coinciden en sus grandes directrices con los alemanes y franceses. El afán por la trasgresión, las fuertes mezclas de lo trágico y lo cómico, el verso y la prosa. Se abandonan las tres unidades, las temáticas giran en torno al amor, un amor imposible y platónico en un mundo de abusos e injusticias de poder.

Héroes cercanos al mito, abocados a muertes trágicas pero siempre fieles a su motivo. El héroe romántico por excelencia es el protagonista del Don Juan Tenorio de Zorrilla, quien busca redimir con el amor su condición de burlador.

En las formas de representación las ideas de Larra se centran por primera vez en la interpretación del actor. La inauguración en 1830 del Real Conservatorio de Música fue el primer paso hacia la consolidación de los estudios de interpretación.

Historia del teatro en España en el siglo XIX

Son los finales del siglo XlX y comienzos del XX, el teatro en España no produce la renovación del arte dramático que sucede en otros países gracias a dramaturgos y directores como Stanislavski, Gordon Craig, Appia, Chéjov o Pirandello.

Aquí el teatro, es sobre todo un entretenimiento para el público burgués. Las compañías teatrales estaban dedicadas a complacer el gusto del público conservador y convencional. Los casos de Gabriel Martínez Sierra o de la compañía de Margarita Xirgu, dispuestos jugarse el dinero en innovaciones son excepcionales.

A pesar de ser un teatro mitigado por los intereses comerciales, existía cierta crítica desde un teatro de carácter popular, el drama costumbrista terminaba derivando en una forma estilística: el sainete. Su mayor representante será Arniches (1866-1943) creador de la tragedia grotesca, un tipo de obras que caracterizan a la clase media. Por otro lado, Benavente inicia con Los intereses Creados (1907) o La Malquerida (1913) el realismo moderno.

El caso de Valle-Inclán, un autor totalmente al margen de cualquier planteamiento comercial. El de Valle es un teatro innovador, crítico, profundamente original. Presentando escenarios con una deformación estética y sistemática de la realidad. Como para Shakespeare, para Valle-Inclán el teatro es un espejo de la realidad, pero en este caso un espejo deformante: es el esperpento.

Los autores con planeamientos no comerciales buscaron otras formas de poner en escena sus obras, al margen de los grandes teatros. En los intentos de crear un teatro vanguardista se destaca la labor de los teatros universitarios: El Búho de Max Aub y La Barraca de Eduardo Ugarte y García Lorca (uno de los pocos miembros de la generación del 27 en interesarse por el teatro).

Lorca utilizo en sus obras gran diversidad de fuentes de inspiración: lo popular en Bodas de Sangre (1933) o Mariana Pineda (1927); el guiñol con matiz valleinclanesco en sus Títeres de cachiporra y La zapatera prodigiosa (1930); y los movimientos de vanguardia como el surrealismo en El público (1930). La colaboración de García Lorca con Margarita Xirgu permitió que la obra llegase a ser vista en los principales teatros españoles.

Entre las puestas en escena que se llegó a montar cabe destacar el estreno en Barcelona de Mariana Pineda con decorados de Salvador Dalí. El estallido de la Guerra Civil española en 1936 y el asesinato de Lorca anuncian una nueva época para el teatro en España.

El teatro en España durante el Franquismo

En el teatro de la posguerra, los dramaturgos se enfrentaron a una férrea censura que hacía imposible ofrecer una visión crítica de la realidad. Dos son las figuras que emergen en esta sociedad cerrada desenmascarando, aunque desde perspectivas diferentes, la realidad de la que nadie quería hablar públicamente: Buero Vallejo y Alfonso Sastre.

El teatro de Buero investiga la condición trágica y ambigua de la libertad humana, mientras la obra de Sastre, inseparable de su trayectoria comunista, concibe el teatro como un instrumento de acción revolucionaria. A fines de la década de 1950 surge la generación perdida. Al margen de los escenarios públicos y comerciales plantean temáticas que hablan de la explotación del hombre por el hombre y de la injusticia social.

El teatro del absurdo

En la década de 1960 aparece un nuevo grupo de autores que se caracterizan por el rechazo al realismo, el estilo integra nuevas formas de vanguardia como el teatro absurdo (Artaud, Brecht, Grotowski) Entre estos autores se destacan José Ruibal, Francisco Nieva y Fernando Arrabal. En esta época se produce una efervescencia de grupos independientes de creación colectiva con una decidida vocación de resistencia antifranquista.

Apartados de los círculos del teatro oficial, su labor se fue introduciendo en universidades, centros culturales y colegios mayores. Grupos como Tábano, el TEI (Teatro Estable Independiente), Goliardos, Cómicos de la Legua, Esperpento entre otros, contribuyeron a dinamizar la vida teatral española en las postrimerías del franquismo.

El teatro en España: la escena Española actual

Terminamos este repaso a la historia del teatro en España hablando de la escena actual. Y es qu, con la vuelta de la democracia, se produjo una renovación del teatro oficial en España.

Directores hasta entonces vetados y otros nuevos acceden a la dirección de los teatros nacionales. Los grupos independientes van perdiendo vigor y presencia, tan solo unos pocos han subsitido y han podido mantener una continuidad, entre ellos: Els Joglars, dirigido por Albert Boadella, con montajes siempre polémicos y provocadores; Els Comediants caracterizando las tipias fiestas populares; o La Fura dels Baus, grupo que se autodefine como “organización delictiva dentro del panorama actual del arte” y en cuyos montajes se subvierten todos los supuestos de la representación teatral, empezando por el espacio público, contantemente violentado por la acción.

En consonancia con las tendencias internacionales, estos grupos tienen una visión del teatro como espectáculo total, no exclusivamente textual, incluyendo en sus montajes otras formas de expresión artística como la fotografía, el video, la pintura o la arquitectura.

El teatro, como las máscaras del drama y la comedia, siempre implica un doble. Hasta aquí este breve repaso por las épocas fundamentales de la historia del teatro en España, pero como este doble insiste, siempre hay más de una historia dando vueltas.

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