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Llega a El Maldà Una galaxia de luciérnagas, una obra que ya hace tiempo que tenía pendiente y que, debido al Covid, se atrasó su estreno en Barcelona. Pero este mes de julio se puede ver dentro del marco del Grec 2021 en esta sala de Barcelona; un texto escrito y dirigido por Aina Tur e interpretado por una Anna Alarcón que te deja sin aliento.
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ToggleUna galaxia de luciérnagas o el relato de ese dolor que no se puede superar
Esta obra comienza con un personaje sentado en una silla. Y, desde el principio, ya nos anuncia algo importante: no se puede mover de la silla. Por tanto, nos encontramos ante un monólogo teatral en el que la acción ha sido reducida al mínimo y donde el peso lo tiene ella, la actriz, que nos cuenta una historia. Y vaya historia…
Cuando supe que el personaje estaba anclado en una silla, me asusté. Pensé: “Ya puede ser buena la obra para que la quietud no pese demasiado”. Pero, al cabo de menos de un minuto, ya estaba inmersa en la historia, ya estaba vibrando con el personaje, ya estaba viajando con la imaginación de la mano de todxs los espectadorxs.
Porque no te das cuenta de que el personaje no se mueve. No te das cuenta porque, aunque esté sentada, está en movimiento constante. Nos mueve con sus palabras, con sus gestos, con su ilusión, con su dolor… Viajas sin moverte de una silla. Y eso es algo MUY difícil de conseguir. Muchísimo.
Anna Alarcón impecable en este monólogo
El texto es buenísimo, pero no lo sería tanto sin ella, Anna Alarcón, que hace un trabajo sublime, contenido, pero repleto de fuerza. Una sensibilidad que le supura por todos los poros de la piel y que te hace emocionar y llorar al mismo tiempo. Estás ahí, con ella, viajando a ese país latinoamericano y viviendo todo lo que ella vivió. Y todo esto sin moverse. Solamente cambia en algún momento de posición o de gesto, pero nada más. Porque NO se necesita nada más. Ella lo llena todo.
Es imposible salir del relato que el personaje nos está narrando. Imposible. Es magnético. Te atrapa y no te suelta hasta que se apagan las luces.
Una galaxia de luciérnagas, un texto lleno de verdad y sensibilidad
Con Una galaxia de luciérnagas nos encontramos ante una vivencia, una historia que la misma Aina Tur vivió de joven y que, ahora, ha decidido compartir. No esperes encontrarte con una gran trama llena de giros y sorpresas, porque no. No es ese tipo de teatro. La pieza que nos propone es intimista, es sincera y es auténtica. Y eso se nota.
La dirección está muy bien lograda. Se ha sabido aprovechar al máximo cada frase, cada momento del texto, para que tenga todas las subidas, bajadas y efectos emotivos que se necesitan.
Uno de los puntos más positivos del texto es su gran detallismo. Gracias a la exposición detallada y minuciosa de cada momento, conseguimos estar de viaje con la protagonista. Sentimos el aliento del peligro, sentimos la intensidad de la vida. Y eso se logra por frases reflexivas, por análisis de la situación muy detallados, por hacernos sentir el peligro también en nuestra nuca.
Un montaje poético y acertado
La puesta en escena también es muy acertada. Las luces y el sonido logran darle ese toque más poético a la obra, más metafísico; además, ayudan en las transiciones y lo hacen de una forma que, estéticamente, queda la mar de bien.
La escenografía puede ser un elemento que, al principio, despiste. Pero en cuanto termina la obra, entiendes dónde estás, entiendes la quietud y solamente te quedan ganas de ponerte de pie, abrazar bien fuerte y sentarte a su lado. Porque en la oscuridad, todos hemos estado y cuesta mucho salir (a veces, no lo logramos).
Y, como colofón final, el título de la obra, Una galaxia de luciérnagas, un título precioso, llamativo y, además, con un significado muy potente que hace que la obra sea, aún más, impresionante. Bravo, de verdad.
- Lo que más me gustó: La interpretación de Anna Alarcón. Muérete de gusto.
- Lo que menos me gustó: Nada. Me pareció sublime.