Porvenir, la nueva obra de la compañía tinerfeña Javier Arozena Cía., se ha estrenado este jueves en el Sant Andreu Teatre (SAT!), coincidiendo con el 20 aniversario del festival Dansat.
Este estreno marca un hito para la compañía, que en esta ocasión ha ampliado su equipo artístico, incluyendo a profesionales como Horne Horneman en el diseño lumínico y Lautaro Reyes en el diseño sonoro, además de la colaboración en distribución y comunicación de Cristina Pérez Sosa.
La obra ha sido un proyecto de investigación y creación escénica en el que Javier Arozena y Alba Barral exploran el espacio a través del concepto folclore, centrándose en la repetición como vehículo de identidad.
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TogglePorvenir, un conjunto de elementos que fusionan espacio y tiempo
“Qué es Porvenir? Es eso”. Así define Javier Arozena, coreógrafo y director de la cía, su nueva obra, y razón no le falta. No intentes buscar una historia, una moraleja, ni siquiera un significado, porque no la encontrarás. Porvenir se siente, causa emoción y te invita a reflexionar.
Porvenir tampoco es solo un dúo de Javier Arozena y Anna Barral, sino un conjunto de elementos que fusionados dan vida a esta obra. La luz, el sonido, el espacio y los bailarines, todos ellos construyen una obra tan magnífica como desconcertante, que deja un sabor a inquietud y reflexión.
Una sincronía de cuerpos en un espacio crudo
La belleza de la danza es la coordinación entre dos cuerpos que dialogan sin palabras, pero Javier Arozena y Alba Barral van más allá. Ambos hacen un trabajo impecable encima del escenario, y es asombroso cómo llegan a conectar. Cada uno tiene su espacio, sin un rumbo fijo, solo en el aquí y el ahora, pero con una sincronía pulcra de movimientos, a veces, casi robóticos.
Los bailarines se encuentran en un escenario crudo, minimalista, sin decorado ni cortinas. Solo cables en el suelo y altavoces. El dúo explora el espacio, a través del folclore, no entendido como tradiciones y costumbres compartidas sino de la idea de la repetición. Su coreografía son patrones de movimiento monótonos, sencillos pero que fusionan la experiencia dancística de ambos bailarines.
Una burbuja del tiempo
La pieza sorprende por su tempo pausado. Estamos habituados a espectáculos que demandan nuestra atención continua, donde un solo descuido te hace perder algo importante. Pero Porvenir desafía esa dinámica. No hay un foco concreto, es una obra con su propio reloj y que obliga al espectador a adaptarse a él.
En algunos momentos se ralentiza incluso demasiado, pero aunque te distraigas, el espectáculo sigue ahí, respirando en su propio tiempo.
Porvenir, un espectáculo muy completo
Es sorprendente cómo el equipo ha conseguido que el espacio forme una parte esencial de la obra. A medida que avanza la pieza el escenario va cambiando: ahora cables, un foco de luz tenue, y cortinas que van cerrando el espacio, encuadrando a los bailarines cada vez más y acercándolos al espectador.
La luz juega también un papel muy importante. Toda la obra se basa en el contraste entre luz y oscuridad. Por una parte es muy interesante, porque deja espacio a la imaginación, a reflexionar lo que el espectador está viendo (o no). En algunos momentos incluso es tan tenue que dificulta ver qué sucede en el escenario.
Todo este conjunto va a compás de unos sonidos metálicos que entran en un trance monótono y se fusionan con los movimientos repetitivos de los artistas, casi envolviendo al público en una atmósfera de hipnosis. La potencia musical radica también en los silencios, muy bien buscados, y que generan tensión e inquietud.
La incertidumbre del futuro
Porvenir se entiende en la unidad de todos los elementos, cada uno con su insistencia cíclica que poco a poco va cambiando. Porvenir tensa los músculos y los relaja, y contínuamente deja incertidumbre sobre lo que está por venir.
- Lo que más me gustó: El uso del silencio en esta obra, muy bien conseguido, que rompe la barrera del tiempo e invita a reflexionar. Cómo han conseguido que la obra se aleje de dar todo el foco de atención a los bailarines y que sea un conjunto de elementos escénicos y técnicos quienes también den vida a la obra.
- Lo que menos me gustó: Aunque la pieza juega con la repetición, algunos fragmentos se hacen demasiado largos. Hay momentos que cuesta mantener la atención. Por otra parte, la luz es demasiado tenue, y en ocasiones dificulta ver a los bailarines. A nivel dancístico ambos hacen un trabajo magnífico, pero en la coreografía se podría pedir un poco más de exploración, atrevimiento.