Forever Van Gogh ha llegado al Teatre Apolo de Barcelona con un montaje inmersivo y envolvente. Este espectáculo rinde homenaje a la figura del pintor Vincent Van Gogh, pintor del postimpresionismo en el arte, y un artista incomprendido en su época. Durante el espectáculo, nos acercamos a la vida del pintor, a su personalidad, a su talento y a su intimidad en una puesta en escena que nos adentra en sus obras y en su característica explosión de color.

Forever Van Gogh, un espectáculo que combina teatro, danza, música y tecnología

Ir a ver Forever Van Gogh es ir a ver un espectáculo que es más que una propuesta teatral: es una experiencia. Una propuesta que, con grandes pantallas, nos muestran cómo fue la vida de este artista, su visión del arte y su anhelo por amar y ser amado. Un anhelo que solo puede cumplir realmente de la mano de su hermano, la única persona con la que, realmente, siente un amor profundo y verdadero.

La historia del artista se cuenta con diálogos teatrales, siguiendo una narración de los hechos que viaja del pasado al presente para mostrarnos la ironía que, a veces, tiene esto de la vida y del arte. El artista que pasaba hambre, que sufría burlas y menosprecios, hoy en día es uno de los más reputados, cuyas obras alcanzan cotas inimaginables. Esta dualidad de la narración le aporta ritmo a la propuesta, así como una doble lectura de la historia que estamos presenciando.

Danza contemporánea y violín en directo

Pero, además de teatro, Forever Van Gogh es una propuesta en la que la danza tiene una fuerte presencia. Una apuesta muy acertada porque nos ayuda a entender los demonios internos del artista, su frustración, pero también sus ganas de vivir, su deseo de ser aceptado y reconocido en su época.

Con las piezas de danza contemporánea que vemos en el escenario, podemos conectar aún más con esa parte más visceral del artista, menos racional y más impulsiva. Cisco Lara, quien encarga a Van Gogh, consigue meternos en la vorágine emocional que vive el artista, en su locura y en su talento. Sus movimientos espasmódicos, combinados con la suavidad de cuando pinta, nos hace comprender de forma más completa y global la personalidad del pintor.

Además, la música del espectáculo está creada por el violinista Ara Malikian, un virtuoso músico que logra capturar esos impulsos irracionales que los seres humanos tenemos. Con su música, nos movemos por diferentes estados emocionales y logramos emocionarnos en muchas de las escenas. El violín aparece en el escenario, de la mano de Simón García, dándole un toque mucho más artístico y poético a la obra.

La necesidad de amar

Uno de los aspectos que más me gustaron de Forever Van Gogh es que la obra está explicada a partir de la correspondencia que Van Gogh y su hermano se enviaron. Más de 500 cartas en las que se contaban sus vidas, sus miedos, sus deseos, su lucha…

El amor que Van Gogh siempre estaba buscando, lo tenía en su hermano. Una persona que le fue fiel, que no le dejó de lado y que nos demuestra que el amor verdadero no siempre tiene que venir de una pareja: hay amor en todos los lados, en las amistades, la familia, nuestros seres queridos. Y el amor es lo que nos puede salvar. O nos puede matar.

Una estética muy cuidada y poética

Otro punto muy destacable de Forever Van Gogh es que cuenta con una escenografía y un vestuario estéticamente muy llamativo. Y, además, hay mucho cuidado en la fotografía; escenas que tienen una belleza estética que ponen los pelos de punta y que parecen postales.

Una de las escenas que estéticamente más me llamó la atención fue la del final de la obra, en la que un aquelarre de máscaras envuelven el escenario y los personajes aparecen contra la pared. Pero, como estas, hay muchas. Momentos en los que el escenario parece convertirse en una fotografía gracias al uso del atrezzo o de las pantallas donde las letras se escurren; precioso.

En definitiva, Forever Van Gogh es un espectáculo bonito, estético, muy cuidado y sorprendente. La unión del teatro, la danza y la tecnología consiguen crear una propuesta inmersiva que emociona y que nos acerca a la historia de este artista incomprendido en su tiempo.

  • Lo que más me gustó: La combinación de diferentes disciplinas hacen que la propuesta brille con luz propia. Las pantallas te ayudan a adentrarte en el espectáculo con una estética muy cuidada y acertada.
  • Lo que menos me gustó: A nivel de interpretación teatral, la propuesta es un tanto irregular. Hay momentos en los que falta la naturalidad y cuesta creerse a los personajes. Pero los dos protagonistas, Cisco Lara y Felipe Ansola, sí que defienden bien sus papeles y son los que, a la larga, más presencia tienen en escena.
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