Crítica: El alimento de las moscas – La Gleva

Crítica: El alimento de las moscas - La Gleva

Cartelera teatro Barcelona

Un viaje al interior de la mente anestesiada de un asesino. Esto es lo que nos presenta El alimento de las moscas, una pieza de teatro en la que la interpretación de Arnau Marín, la dirección de Borja Ruiz y el texto de Eusebio Calonge consiguen crear una auténtica obra de arte. Con pocos elementos, con detalles muy sutiles y con una poesía a borbotones se consigue crear un auténtico descenso a los infiernos de la mano de un asesino que es encerrado en un psiquiátrico.

El alimento de las moscas en La Gleva, una joya teatral en todos los sentidos

Cuando los artistas que forman parte de la creación de una obra son buenos, no se necesita nada más que un escenario. Ni un gran atrezzo, ni grandes efectos especiales ni, mucho menos, los recursos audiovisuales que hoy en día tanto abundan en nuestras salas de teatro. Solo se necesita a un hombre semidesnudo, una mesa blanca y un juego de luces envolvente.

La historia de El alimento de las moscas es la de un asesino que es condenado a la soledad, a la anestesia y al control por parte de las autoridades. Un asesino que vive anestesiado entre pastilla y pastilla, pero que, a ratos, tiene rayos de lucidez que le hacen encontrarse cara a cara con el monstruo, con su monstruo, aquel que vive dentro de él, pero con el que no se identifica.

Un texto brutal, cargado de poesía, de metáforas muy visuales y dolorosas, que nos hace adentrarnos en la psique de este despojo de ser humano que vive entre el arrepentimiento, la culpa y el ensueño.

Arnau Marín hace una interpretación impresionante

El alimento de las moscas es un monólogo teatral que está interpretado de manera sublime por Arnau Marín. Y es que, desde el primer momento que aparece en escena, ya nos damos cuenta de que vamos a vivir un auténtico espectáculo de talento. Una interpretación que se mueve entre la locura, el dolor, la drogadicción y la culpa. Vemos al loco, vemos al cuerdo y vemos al asesino, lo vemos, lo conocemos, lo tememos y lo compadecemos.

La dirección de Borja Ruiz es, también, exquisita. Porque la primera aparición del personaje en escena es capaz de ponernos los pelos de punta. Oscuridad y silencio que solamente se interrumpe con el ruido que el protagonista emite con la boca. Un ruido que nos estremece, que nos presenta al personaje sin siquiera haberlo aún visto.

Y es que El alimento de las moscas está repleta de estos pequeños, pero enormes, detalles que hacen que la obra sea una auténtica joya. La belleza de la sencillez, lo impactante de lo minimalista. El juego de luces, el espacio sonoro, el juego de colores, las metáforas textuales… Todos estos elementos se juntan para presentarnos una propuesta que se ve muy pocas veces en nuestra cartelera.

De verdad: id a ver El alimento de las moscas y disfrutaréis de una obra de teatro en mayúsculas que se enmarca dentro del teatro de “pequeño formato”. Así, descubriréis que en el pequeño formato hay producciones que son, realmente, imprescindibles.


  • Lo que más me ha gustado: La brillante unión de todos los elementos teatrales para contarnos una historia. Texto, dirección, luz, sonido e interpretación crean una sintonía perfecta que nos hace disfrutar al máximo.
  • Lo que menos me ha gustado. Nada. Es una obra perfecta de principio a fin.

Crítica: El alimento de las moscas - La Gleva

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