Crítica: Lengua madre - Teatre Lliure

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Menuda joyita hay en el Teatre Lliure… Una obra que transita entre el teatro y la performance de una manera totalmente armónica y con presencia de la autoficción de un modo que funciona a la perfección. Como si fuera un engranaje de disciplinas artísticas, de humor, de drama, de música y de teatro documental, Lengua madre nos ofrece una experiencia teatral innovadora y transgresora. 

Lengua madre, una obra feminista, punky, rompedora y necesaria

El “gamberrismo” de Lengua madre es lo que más me llamó la atención. Una obra en la que se combina el lenguaje poético, con un lenguaje más soez, más brutal, y desmitificando algunas palabras “prohibidas” en la boca de las mujeres. Sobre el escenario vemos a mujeres empoderadas, mujeres fuertes, decididas y seguras de ellas mismas que hablan sin tapujos sobre su cuerpo, su sexo, sus deseos y el hecho sobre el que gira la obra: la maternidad.

Porque, aunque siempre se nos haya impuesto un modelo de maternidad, ¡hay miles!, ¡millones! Hay tantas maneras de ser madre, como de personas en el mundo. Y en Lengua madre se encargan de hacernos un muestrario de algunos de ellos, muchos, pero seguro que no todos: las madres adolescentes, las madres lesbianas, las madres trans, las madres gay, las madres colectivas, las madres adoptivas…

Una combinación muy acertada entre teatro, documental y performance

Lo más llamativo de Lengua madre es su formato. Es una obra que está concebida en tono de autoficción, tan de moda hoy en día, pero sin olvidar el teatro, sin olvidar el arte, sin olvidar la interpretación. Por eso, además de contar su historia, también vemos momentos escenas clave de cada una de las personas-personajes que transitan en el escenario.

Una propuesta en la que el arte perfomático está presente en todo momento. Y es que Lola Arias, la escritora y directora de la pieza, es performer. Y su talento se nota en cada segundo que pasa sobre el escenario. Incluso los cambios entre escenas o los silencios están tan pulidos, tan bien hechos, que transitan de forma natural. No hay nada que no encaje en Lengua madre, todo fluye.

Interpretaciones naturales y sinceras

En el campo interpretativo también hay que mencionar que, gracias a la naturalidad del trabajo, consigues empatizar con todas ellas, entrar en su fuero interno y querer abrazarlas y gritarles: ¡os entiendo! Porque, al fin y al cabo, sobre lo que se discute en Lengua madre va más allá de ser o no ser madre: va sobre la libertad sexual de las mujeres, la libertad de decidir sobre nuestros cuerpos y dejar de considerarlos templos, la libertad de escoger cómo quieres vivir, la libertad de decidir cómo y dónde quieres parir, la libertad de decidir a quién amar, la libertad de poder ser quien te salga del mismímo.

Y las actrices logran lanzar este mensaje con un tono punky, con un tono sin filtros, con un tono humorístico y brutal. Las risas estallaban en la grada, la energía que se creaba en el teatro era de libertad, de reivindicación y de ganas de quemarlo todo para crear un mundo nuevo, un mundo de mujeres libres y sin cadenas.

A destacar a Susana Cintado por su actitud, su fuerza y su energía. Además, no puedo quitarme su frase de la mente:

¡Yo ahora llevo la cresta en el coño!

Lengua madre es una de esas propuestas que se tienen que ver. Una pieza rompedora, emocionante, divertida e impactante que te hace salir del teatro con ganas de abrazar a las mujeres, aullar con ellas y reunirte para preparar el próximo aquelarre. Im-pre-sio-nan-te.


  • Lo que más me gustó: la propuesta de teatro perfomático en el que se fusionan muchas disciplinas de una forma limpia, orgánica y perfecta.
  • Lo que menos me gustó: el final lo vi un poco flojo, en comparación a toda la energía y el fuego que se había creado durante la obra.

Crítica: Lengua madre - Teatre Lliure

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