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Regresa a la Sala Fènix el aclamado espectáculo de Les Fugitives La dona que va cridar tant que es va buidar. Se trata de un monólogo que ya pudimos ver la temporada pasada y que, ahora, regresa por la puerta grande. En esta obra se recupera el personaje de Àgata, del escritor catalán Àngel Guimerà, para verla desde el presente y viviendo los problemas cotidianos. ¿El resultado? Una obra llena de rabia, de gritos, pero también de poesía.
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ToggleMaria Ten protagoniza La dona que va cridar tant que es va buidar en la Sala Fènix
Los cuatro personajes que vemos sobre el escenario nacieron bajo la pluma de Guimerà. Pero la cia Les Fugitives le ha dado una vuelta de hoja para explicarnos los problemas que tenemos en la actualidad: pedirte más, más y más, tener las expectativas muy altas sobre todo (incluido, tú mism@), luchar y luchar por un mísero reconocimiento, un mísero euro. La fatiga cotidiana puesta sobre el escenario con un texto profundo, poético y visceral.
La protagonista de esta historia es Àgata, una actriz que forma parte de una compañía de teatro de Barcelona que está intentando hacerse un hueco en el sector. Pero es difícil, muy difícil. Las frustraciones del fracaso, el incumplimiento de las expectativas y la lucha por los propios sueños, aunque esta lucha sea sangrante e injusta, hacen que la protagonista viva (más bien, sobreviva) en esta sociedad en la que el individuo empieza a deshacerse en virtud de la masa.
Y esto duele. Duele mucho. Por eso, Àgata grita, grita de rabia, de dolor, de impotencia, de cansancio… Grita porque necesita gritar, porque necesita vaciarse, porque necesita vomitar.
Un monólogo de cuatro personajes
Aunque solamente Maria Ten esté sobre el escenario, nos encontramos con cuatro personajes que nos narran su propia historia. Además de Àgata, la actriz frustrada, también tenemos a otros personajes que encarnan muy bien una parte que todos tenemos en nuestro interior: la luchadora insaciable que quiere escalar la montaña para llegar a la cima, la inocente y soñadora que se deja llevar por la corriente de la vida y la super-diva, nuestro ego más profundo, que quiere brillar, destacar y que la aplaudan.
Pero estos personajes son demasiado esperpénticos, para mi gusto. Se ha elevado tantísimo el tono de cada uno de ellos, que la calidad y el brillo del texto y de su mensaje, se diluyen. Una interpretación demasiado subida que hace que se pierda el mensaje y, también, el humor. Porque hay momentos muy cómicos en el texto, hay frases ácidas y reales que se pierden por esa actuación tan forzada.
Una puesta en escena muy acertada
En La dona que va cridar tant que es va buidar nos encontramos con un escenario muy bien definido y montado. Nombres en las paredes, un cubo de agua para gritar, un micrófono para rabiar y una escalera que simboliza esa escalada eterna que hacemos en nuestras vidas. Una escalada que, quizás, nunca llegue a completarse, pero que nos hace tener una meta a seguir, un objetivo.
Los momentos con el micrófono son de lo mejorcito de la obra, un momento divertido, visceral y un grito ensordecedor en el que todos y todas nos podemos sentir identificado en algún momento. Es como si nuestra cabeza explotara y se pusiera a gritar de rabia, sin filtros y sin juicios.
La dona que va cridar tant que es va buidar es una obra con un texto profundo que parece haberse metido en nuestras cabezas para mostrarla sobre el escenario tal cual, sin florituras y sin máscaras. Una obra que nos presenta a una mujer del siglo XXI, sus miedos, sus inquietudes y su rabia, sobre todo su rabia.
- Lo que más me ha gustado: El texto. Un texto brillante, profundo y bien hilado que parece una disección de nuestra mente.
- Lo que menos me ha gustado: La dirección que se le ha dado a Maria Ten para interpretar a los demás personajes. Demasiado subidos, demasiado artificiales. Te sacan de la obra.