Crítica: Tecnòcrata - Sala Fènix

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Tecnòcrata es el espectáculo que inaugura la nueva temporada de la Sala Fenix. Una performance que mezcla el audiovisual, la danza, la música, el gesto y el teatro para tratar un tema que cada vez es más preocupante en nuestra sociedad: la adicción a las redes sociales.

Y no solo porque estemos “enganchados” a las redes, sino por el trasfondo que hay en ello: vivimos en un mundo de apariencias, en un mundo superficial, en un mundo de “usar y tirar” donde consumimos insaciablemente vivencias, noticias, indignaciones… Un mundo que pasa por delante de nosotros y del que solo nos quedamos con el titular.

Anthony Kmeid presenta la performance Tecnòcrata en la Sala Fenix

Lo primero que quiero apuntar es que Anthony Kmeid es un ARTISTAZO. Su propuesta es muy versátil y tiene una estética llamativa y de impacto. Anthony baila, canta, actúa y crea una brutal estampa escénica: con su vestuario, el diseño de luces y sonido y las videoproyecciones consigue comunicar muchísimo sin decir ni una sola palabra.

La producción de música en directo y los efectos de sonido con la voz que crea al momento son, realmente, espectaculares. Es imposible apartar los ojos de este artista que lanza una feroz crítica usando un contexto tan cotidiano como las publicaciones en Instagram.

 

Tecnòcrata habla sobre la adicción que tenemos a las redes. Parece que vivamos en un mundo muy abierto socialmente cuando, en realidad, estamos todos solos en casa conectando con otros seres que también están solos en sus casas. Estamos hiperconectados, pero en la más absoluta soledad. Y, al final, será realmente complicado que sepamos relacionarnos cara a cara con otros seres humanos.

Durante el espectáculo que vemos en la Sala Fenix, Anthony nos hace reflexionar sobre el daño que realmente han hecho las redes: estamos viviendo de una manera superficial e, incluso, hechos tan graves como la homofobia, las injusticias sociales o las guerras parece que ya no calan hondo. Su uso en las redes no deja de ser un refuerzo extra para nuestra imagen social, para potenciar nuestro “postureo” ideológico. 

Vivimos en un momento en el que nos hemos convertido en espectadores del mundo, un mundo que se muestra ante nosotros como si fuera una película: algo alejado, digno de admirar, que nos produce emociones, pero que no es nuestro. Vemos imágenes y más imágenes, pero no nos involucramos en nada, todo se ha convertido en un hecho superficial que, además, tiene que llegar a nosotros en menos de 1 minuto porque, de lo contrario, “Next”. El consumismo capitalista llevado al máximo porque, ahora, nos hemos vuelto consumidores de nuestra propia vida.

Tecnòcrata es un espectáculo performativo con momentos de danza, de música y de interpretación que nos hace reflexionar sobre todo lo que las redes están produciendo en nuestra sociedad y en nuestra manera de relacionarnos con los demás.

Un espectáculo ácido que nos envía su mensaje en un escenario colorido, con toques de humor y con imágenes que calan muy adentro. Imprescindible. De verdad.


  • Lo que más me gustó: La combinación de diferentes disciplinas artísticas que se mezclan de forma armónica y consiguen un resultado potente y llamativo.
  • Lo que menos me gustó: Nada. Me pareció sublime.

Crítica: Tecnòcrata - Sala Fènix

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