Crítica: A los 30 lo petamos - Sala Ars

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A los 30 lo petamos es una propuesta teatral que nos presenta Esther Cuspinera en la Sala Ars. Presenta un monólogo muy humorístico donde habla de la trentena rompiendo con los estereotipos que tiene la sociedad sobre esta época. En Espectáculos BCN venimos a comentar la producción que nos presenta la humorista cada viernes.

A los 30 lo petamos, la experiencia propia es la clave

La humorista Esther Cuspinera presenta una historia de humor y realismo basada en su propio personaje. Representa un personaje el cual es ella misma y todo el hilo conductor de la historia se basa en su experiencia propia sobre esta década.

Se presenta con un estilo parecido al de una adolescente: jeans acampanados, un top al parecer un poco pasado de moda y dos trenzas. La obra empieza con una canción del grupo musical de las Spice Girls y ella llena de energía sale bailando dicha canción. Aparenta ser una mujer cerca de los 40 años a quien le cuesta asumir que ya no es tan joven y empieza a hacerse mayor. Este hecho conlleva una serie de responsabilidades, junto una serie de ventajas e inconvenientes que ella misma presenta durante el monólogo.

Según Esther, es la década más inestable, más loca y más feliz. Representa una mujer que quiere encontrar el equilibro en una época de cambios constantes que vivimos todos en mayor o menor grado. A través de sus inquietudes y esperanzas tanto en el ámbito personal, profesional además de amoroso y familiar, representa la imagen de lo que se espera una vez cumplidos los 30.

A partir de su personaje, los espectadores pueden ver las características de la época de los 30. El factor clave es que muchos de los asistentes se sienten identificados, lo que hace que las risas sean aseguradas.

Rompiendo con tópicos

El monólogo plasma de una forma clara todos los tópicos que hay sobre esta década. A los 30 lo petamos es una pieza teatral que intenta quitar importancia a esta serie de tópicos. Trata de hacer ver que en la nueva sociedad no es tan fácil conseguir la serie de objetivos que te planteas a los 30 como hace unos años. Los tiempos cambian y eso conlleva tomar una serie de decisiones.

El pequeño detalle que se convierte en un inconveniente en esta década, es que está marcada por una serie de tópicos. La humorista a través de su divertida historia nos conciencia de que debemos romper con esta serie de tópicos y afrontar los 30 a un ritmo que no debe estar marcado por la sociedad.

Es la década en la que ya entran los planes de independizarse y muchos no pueden, donde se plantea ser padres y no se puede, la época de encontrar un trabajo donde se disfrute y además conseguir una independencia económica. Muchos de estos planes son los estereotipos que implantamos y no se cumplen.

La humorista hace ver al público que esto no tiene por qué ser así, que existen otros planes una vez cumplidos los 30 y lo transmite de una forma muy divertida. A los 30 lo petamos también nos enseña el impacto que han tenido las redes sociales y la aparición de nuevas tecnologías. Muchas de ellas pueden ser una ventaja, pero también se pueden convertir en un inconveniente.

Interpretación e interacción

El hilo conductor de A los 30 lo petamos hace que el espectador se enganche a la historia. Es una historia donde es fácil que el público se sienta identificado y eso da mucho juego a la hora de que el tiempo pase rápido.

La humorista mantuvo mucha cercanía con el público, se llegaron a encender un par o tres de veces las luces de la sala para que la artista pudiera interarticular con el público. Al finalizar la obra se transmite en pantalla la canción de La Flaca del grupo Jarabe de Palo como forma de celebración por la vida.

La interpretación de la artista provoca muchas risas entre el público, pero quizá hace en ciertos momentos está demasiado exagerada y se crean escenas demasiado subidas y faltas de naturalidad, escenas que chirrían y que incomodan.

Al igual que los efectos especiales que utiliza la artista en ocasiones son muy pobres y un poco cutres. Por otro lado, el atrezzo en la obra era nulo. Faltó un poco de ambiente, ya que en el escenario se situaba únicamente la artista y una pantalla detrás.

Respecto al guión, quizá es un poco repetitivo. A veces en dos escenas diferentes se habla del mismo tema sin llegar a conectar del todo bien los argumentos y eso hace que el público en ocasiones se sienta desconcertado.

La conexión con el público es muy buena tengas la edad que tengas gracias a los tópicos que resalta continuamente. Que el público se sienta representado es un punto muy a favor. Sin lugar a dudas, es una producción que no deja indiferente al público.


  • Lo que más me gustó: que el público se pudiera ver representado en ciertas situaciones que se planteaban. Además de la canción del final.
  • Lo que menos me gustó: No había atrezzo en escena y en ocasiones, la interpretación exagerada de la artista.

Crítica: A los 30 lo petamos - Sala Ars

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